Existe la creencia popular de que el pollo habitualmente consumido contiene hormonas u otras sustancias para acelerar su crecimiento. Llamativamente este concepto con frecuencia es sostenido y validado por médicos y especialistas de la Nutrición. Objetivos: analizar la información científica disponible para evaluar si existen evidencias que avalen la creencia de la utilización de hormonas en los pollos de consumo habitual, con el objeto de acelerar su crecimiento.
se realizó una exhaustiva búsqueda bibliográfica que incluyó el origen de esta creencia, la evolución genética del pollo actual, los métodos de crianza, la legislación nacional e internacional y los controles que realizan las autoridades sanitarias para la evaluación de la carne aviar. Asimismo, se efectuó una revisión para conocer si existe evidencia científica sobre los efectos fisiopatológicos que algunos profesionales de la salud atribuyen al consumo de pollo, como ser mayor incidencia de ginecomastia, pubertad precoz en niños, telarca precoz en niñas, aumento de incidencia de cáncer de mama, así como recidivas y/o metástasis del mismo.
En la búsqueda realizada no se ha hallado bibliografía a nivel nacional o internacional que avale la aplicación de hormonas a los pollos. La legislación nacional vigente lo prohíbe taxativamente. No se han encontrado en los controles realizados por el Servicio Nacional de Sanidad Animal y Calidad Agroalimentaria (SENASA) en la República Argentina, existencia de hormonas exógenas en pollos en los últimos 10 años. Además no se ha encontrado evidencia científica de que el consumo de carne de pollo y/o sus derivados provoque o aumente el riesgo de pubertad precoz en niños y telarca precoz en niñas, ginecomastia en hombres y cáncer de mama en mujeres